Escuchad, oh gran señor, oh noble señora, la saga de Brunhilda, la más fiera y poderosa de las valkirias. Hace muchas, muchas lunas, Odin el Padre de Todos, también llamado el destructor, vino a la Tierra, Aesheim, corrompida por la influencia de su hermano Cul, la Serpiente, con la intención de destruirla. A él se enfrentó el valeroso Sigmund, el protector, que nada pudo hacer contra la fuerza del señor de Asgard. Innumerables lágrimas se derramaron tras la caída de tan noble héroe y hasta el padre de todos dudó sobre su proceder. Más aún cuando la gran Brunilda, líder de las valkirias, se opuso a él para proteger el cadáver de Sigmund, que sabía que contenía el espíritu del mismísimo hijo de Odin, Thor.
Furioso y a la vez conmovido por el desafío de su valkiria, el Padre de Todos garantizó el acceso al Valhalla a Sigmund, pero arrebató a Brunilda sus poderes y la condenó a un eterno letargo, protegida por un círculo de fuego. Allí permanecería durante largos inviernos hasta la llegada de Sigfrido, el hijo de Sigmund y Sieglinde, que en realidad no era otro que Thor reencarnado. Reunidos, no dudaron en profesar su amor uno por el otro hasta que Thor, influido por la magia, traicionó a la noble valkiria. Aun así, cuando la hebra del destino de Sigfrido fue cortada, rota por el dolor y la desesperación, Brunilda se arrojó a las llamas de la pira de su amor. Odin, magnánimo, no pudo consentir semejante atrocidad y con su poder restauró las vidas y los poderes de su hijo y de Brunilda, aunque arrebatando de la memoria de los amantes toda su vida en la Tierra junto a los mortales.
Así, nuestra heroína recuperó su posición y su labor, reuniendo los espíritus de aquellos guerreros caídos dignos de ser guiados hasta el Valhalla, hasta que seres poderosos llamados los Celestiales, obligaron a Odin a renunciar a todos aquellos que no fueran asgardianos. ¡Traición!¡Vergüenza! De repente Brunilda se encontraba privada de su función y aburrida vagaba, a la búsqueda de aventuras.
Y por Odin que las halló, pero primero su camino se cruzó con la villana de nuestra historia, la hermosa, terrible y manipuladora, Amora la Encantadora. Seducida, Brunilda la acompañaría durante semanas hasta descubrir su verdadera naturaleza. Furiosa la valkiria quiso partir, pero la Encantadora no lo permitió, encerrando a la guerrera con su hechicería en un cristal de almas. Durante siglos la villana utilizó a Brunilda como su juguete, incluso robando su poder para transferirlo a otras mujeres, copiando también su apariencia. Así ocurriría con la mortal Barbara Norris, cuando la malvada Amora, aliada con el grupo de héroes terrestres llamados los Defensores, necesitó del poder de valkiria para escapar de las garras de la hechicera Casiolena.
Ignorantes de tan terrible verdad, durante años la valkiria actuaría utilizando el cuerpo de Bárbara, sin saber quién era en realidad, dado que la malvada encantadora había transferido toda su consciencia y nuestra heroína era desconocedora de lo que realmente sucedía. Fue así como nuestra falsa valkiria, vivió grandes aventuras dignas de sus propias canciones. Al lado de grandes héroes de la talla del Doctor Extraño y su aprendiz Clea lucharía contra amenazas como la Hermandad de Mutantes Diabólicos, el Escuadrón Siniestro, Loki y Dormammu.
Más cuando el guerrero Ollerus intentó hacerse con el control del Valhalla, las dos partes de nuestra heroína se encontraron por fin. Asgardiana y mortal cara a cara, cada una en un cuerpo que no le correspondía, puesto que mediante el hechizo de Amora, era la consciencia de Amanda la que ahora habitaba el cuerpo original de Brunilda. No llegaría aun el desenlace que esperamos, puesto que tras la derrota de Ollerus el cuerpo de la valkiria, aun habitado por la consciencia de Amanda, fue arrastrado al gélido Niffleheim, reino de los espíritus y los caídos sin honor. Y sin embargo, las nornas en su telar, no se contentarían con seguir tejiendo la historia de esta manera, sino que el cuerpo mortal ocupado por Brunilda asesinado sería y su consciencia, a su espada transferida, la poderosa Colmillo de Dragón. Un acuerdo tendrían los Defensores que alcanzar con la Encantadora, para recuperar el verdadero cuerpo de Brunilda, y aunque esta quiso engañarlos, su pérfido plan de poco la sirvió, puesto que cuando nuestra heroína se recuperó, con su poder y su justa furia a la misma prisión en la que había estado tantos años, a la hechicera condenó.
No regresaría a Asgard sin embargo nuestra valkiria, pues era con los héroes terrestres con quienes su tiempo reciente había compartido, y sería con ellos con los que permanecería hasta el fin de sus días. Pero como buena vasalla de Odín, su señor la encargaría una importante misión, cuidar de la díscola Dragón Lunar, a la que algo de humildad debería enseñar. Crecida en poder y maldad, la hija perdida de Drax, bajo la influencia del maligno Dragón de la Luna había caído y nuestra heroína a su cargo la puso. Durante una temporada la joven Heather conseguiría seguir la senda de los héroes, pero oh calamidad, que el espíritu de la criatura nunca dejaría de tener sus garras sobre ella y bajo su control volvería a caer. Terrible era la presencia del Dragón y bajo su paso el terror sembraba, pero no así a nuestra valerosa heroína que con el poder de Odín crecería hasta enfrentarse a la criatura. “Retrocede bichejo, vuelve a tu cubil. Con todo tu poder nada me harás temer, pues lo único que veo ante mí, es una lagartija, que no ha sabido parar de comer.” Así la victoria para Brunilda sería, y con la cola entre las piernas el Dragón un refugio buscaría. Pero tiempo después la tragedia llegó, y en un segundo enfrentamiento con el ser, a cambio de la victoria el precio de su vida la valerosa heroína tuvo que pagar. A su función como valkiria regresaría, pero no antes de pasar su legado a la mortal Samantha Parrington, su poder y su espada Colmillo de Dragón, así como su alado corcel, Aragorn.
Vida, muerte y resurrección es el eterno ciclo en que los asgardianos están sumidos. Cada muchas lunas la tragedia llega y tanto héroes como villanos en el Ragnarok son asesinados. Solo para volver a empezar de nuevo, otra vuelta a la rueda, más aventuras que vivir, más batallas que librar, antes del final. Y con esta nueva oportunidad, a la Tierra la valkiria regresaría, con sagrada misión impuesta por el Padre de Todos, encontrar los ocho martillos místicos forjados por su hermano la Serpiente, y destruirlos antes de que el caos sembraran. Sin embargo la hija de Cráneo Rojo, la malvada y enloquecida Pecado, en esta carrera a nuestra heroína consiguió superar, y un terrible robot, el Durmiente Final, con su poder logró despertar. En batalla imposible Brunilda al Durmiente se enfrentó y de nuevo se sacrificó, consiguiendo con su noble gesto que el resto de valkirias a la Tierra regresaran, haciéndose con los martillos y salvando a todos de la destrucción.
De nuevo en la Tierra junto a otro grupo de Defensores nuestra noble heroína decenas de aventuras viviría, pero la más grande de ellas sería la que le robaría su corazón, pues fue en nuestro humilde planeta donde esta guerrera inmortal a su verdadero amor conoció, la hermosa e inteligente arqueóloga, Annabelle Rigs. Pero los grandes héroes se forjan en el crisol de la tragedia, y fue así que Brunilda obligada se vería a absorber un terrible poder para prevenir la muerte de todos a manos de las Doncellas de la Muerte y enloquecida, a su amada asesinó. Mas su sacrificio no sería en balde y al Valhalla la valiente arqueóloga sería conducida. Océanos de lagrimas derramaría nuestra noble guerrera, pues esta vez el precio pagado había sido demasiado alto. Con decisión, imparable en su determinación, Brunilda pediría un gran favor a su antigua aliada la hechicera Clea. Esta con su magia el espíritu de ambas mujeres fusionó, de modo que estarían siempre juntas pero eternamente separadas, puesto que cuando en el reino de los mortales una se hallara, en el Valhalla la otra debería permanecer.
Y así llegamos al acto final de esta historia de aventuras, valor y sacrificio. Con un último villano, el más terrible al que se enfrentaría nuestra noble Brunilda. Malekith el maldito, rey de los elfos oscuros de Svartalfheim y brujo practicante de la más negra de las magias. Durante años el Maldito fue sembrando las semillas de la discordia y el caos en todos los reinos de Yggdrasill, hasta que llegó su momento. Con ejércitos a sus espaldas, un gigantesco conflicto provocó, la terrible Guerra de los Reinos, poniendo en jaque a todos aquellos que se opusieron a él. Junto a la hermana de Thor, llamada Ángela pero nacida Aldrif Odinsdottir y dirigidos por una joven y noble versión del señor de las mentiras, Loki ellos y otros asgardianos consiguieron trastocar los planes de la vil Nébula y asegurar una terrible arma, justo antes de acudir al rescate de la isla de Manhattan. Invadida por las monstruosas hordas del rey elfo, el Doctor Extraño a la desesperada un conjuro de teleportación lanzaría, salvando a todos menos a Brunilda y sus hermanas valkirias. Una a una las valientes guerreras fueron cayendo, hasta que sola ante el pérfido brujo nuestra gran heroína se encontró. Cara le saldría la victoria a Malekith aquel día, pero ante el cadáver de Brunilda al final se pudo alzar. Sólo por unos segundos la última de las valkirias y su amada volverían a encontrarse, antes de que esta partiera a su destino final.