Informe clasificado creado por Rafa Cerrato y maquetado por Freakmod.

Este informe clasificado esta sacado del capitulo T4E20 – Loki quedaba del Titán
Saludos agentes, en el informe de hoy hablaremos del último personaje que nos faltaba de la trilogía del infinito, el mentiroso Loki. Este informe contiene spoilers de cómics publicados hasta mediados de 2019. O tal vez no.

Loki
- Alias: Loki.
- Nombre civil: Loki.
- Superpoderes: Como todos los asgardianos, Loki tiene unas capacidades físicas muy superiores a las de un humano, pero al ser en parte gigante de hielo, destaca incluso dentro de los dioses. Además, es un hechicero del máximo nivel.
- Primera aparición: Técnicamente apareció antes de la era Marvel, cuando la editorial se llamaba Timely en Venus, vol. 1, #6, de mayo de 1949, atribuido a múltiples artistas. Pero el Loki que conocemos apareció por primera vez en Journey into Mistery vol. 1 #85, agosto de 1962. Por Stan Lee y Jack Kirby.
Historia del personaje
Hola, me llamo Loki Laufeyson, soy el dios de las mentiras y esta es mi historia.
Mis padres fueron gigantes de hielo del reino de Jotunheim, la reina Farbauti y el rey Laufey, pero por mi pequeño tamaño al nacer fui abandonado. Ese podría haber sido un pobre final para esta historia, pero ahora escuchad atentamente porque las cosas se complican un poco.
Una versión futura de mi viajó al pasado y mediante engaños convirtió a Bor, el padre de Odín, en nieve. Después se dedicó a atormentar a su hijo como si fuera el fantasma de Bor, para convencerle de que hiciera lo que él quería. Por otro lado, esta versión mía me dijo lo que debía hacer durante la próxima batalla entre los gigantes de hielo y los asgardianos. Así provoqué a mi padre para que se enfrentara a Odín, que le dejó por muerto, pero decidió adoptarme para compensar la culpa que sentía por la muerte de su padre, que en realidad le había provocado mi yo futuro disfrazado. ¿Os ha quedado claro? Pues así es como un dios se hace a sí mismo.
Mi juventud la pasé junto a mi medio hermano Thor y sus amigos lamebotas. Todos siempre adoraban lo que hacía, su fuerza, tenacidad y bravura… los atributos de un bruto ignorante, pero nunca supieron valorar mi inteligencia superior y mi habilidad para la magia. Sobre todo esa tonta de Sif, siempre con sus ojitos de cordero para Thor. Así que un día decidí gastar una pequeña broma y por la noche me introduje en su habitación y corté la melena rubia de la que estaba tan orgullosa. Ja, ¡cómo me pude reír con sus llantos por la mañana cuando amaneció calva! Sin embargo, mi hermano no le vio la gracia a la broma y tuve que pensar cómo compensar el asunto.
Así que acudí a los enanos para que fabricaran una nueva melena para ella, aunque como me solicitaron oro que no tenía, en vez de rubia, la hicieron de la más absoluta oscuridad. Luego resultó que la puñetera era aun más hermosa de morena, pero tampoco penséis que me lo agradecieron. Ya que estaba, para aliviar un poco la situación, también le pedí a los enanos que fabricaran unas cuantas cosas más que llevar como compensación, entre las que me dieron un martillo llamado Mjolnir, puede que os suene. Estaba la cuestión del precio, eso sí, que los enanos no trabajan gratis y como pago exigieron mi cabeza. Como sabía que nunca se atreverían a asesinar al hijo de Odín, asentí gustoso… pero luego resultó que sí vinieron a exigir su pago. Dado que le tengo bastante aprecio a todas las partes de mi cuerpo y en especial a mi cabeza, me negué rotundamente. Fue el bruto de mi medio hermano el que logró llegar a un acuerdo con ellos, a cambio de coserme la boca para que no pudiera hablar durante una temporada.
Pero si no tenía suficiente con un hermano odioso, resulta que mis padres adoptivos habían tenido a bien darme unos cuantos más, entre ellos el mojigato Balder el bravo. Pues tan bravo no sería cuando no paraba de soñar con que iba a morir pronto. Tanto se quejó que Odín escucho su llanto y decretó que no sucedería. Así que mi madre adoptiva, Freya, pidió a todas las cosas que hicieran un juramento de no hacerle daño jamás. Esto le convirtió en alguien invulnerable y otros dioses decidieron entretenerse tirándole cosas. Lo que pasa es que se había olvidado de pedir el juramento a algo tan inofensivo como el muérdago, así que engañé al dios ciego Hoder (no entiendo por qué siempre hay algunas risas cuando digo su nombre) para que le disparase con una flecha hecha de muérdago, asesinando a Balder. Antes de que Hoder pudiera decir algo que no me interesaba, le maté con la espada de Balder, clamando justicia.
Para demostrar mi magnificencia, ofrecí a Freya viajar a Niffleheim, el reino de los muertos, para pedir a la diosa Hela que devolviera a Balder a la vida. Esta aceptó a cambio de que todos en los nueve reinos llorasen por el caído. Así se hizo… salvo por mí, que no derramé ni una sola lágrima, con lo que Balder se quedó donde estaba. Eso sí, de esta no salí indemne, tuve que esconderme de la ira de los dioses hasta que me encontraron los lobos de Odín y Thor vino a por mí. Con trampas consiguió derrotarme y como castigo me ataron a una roca donde una serpiente goteaba veneno en mi cara. Allí permanecí durante años.
Dejadme que os hable también del asunto con la Encantadora. Ella era la única capaz de coger las manzanas doradas del gran árbol, Yggdrasill, que otorgaban juventud y sabiduría a aquellos que las comían. El caso es que el bruto de mi hermano derrotó a un gigante a las puertas de Asgard, que al caer derribó un gran muro que había protegido la ciudad desde que la gente recordaba. Al poco tiempo llegó a Asgard un hombre que dijo ser un masón y ofreció a Odín reparar el muro en menos de un año a cambio de la mano de la Encantadora. El viejo me pidió consejo y le dije que aceptara, pero sólo si el hombre se comprometía a hacerlo en seis meses, lo que consideré que era imposible, así que no habría que pagarle. El constructor aceptó y para mi sorpresa y la furia de Odín, a los a los seis meses estaba a punto de finalizar el muro. Bajo amenazas de enviarme de nuevo a la roca, decidí utilizar mi magia para transformarme en una yegua que distrajo al caballo del masón. Mejor no doy detalles de lo que sucedió, pero conseguí mi objetivo y no logró acabar en el tiempo acordado. Enfurecido, el hombre reveló su verdadera forma, la de un gigante de hielo, y se enfrento a mi padre y a mí, hasta que apareció mi hermano y lo derrotó con su dichoso martillo. Como agradecimiento por todo lo que había hecho, me toco arreglar los estropicios del gigante mientras ellos festejaban.
Esto va a ser eterno. Saltemos a años más cercanos. A principios de vuestro siglo XX estuve encerrado en el Instituto Ravencroft para enfermos mentales, de donde logré escapar y me vengué por la ignominia. Pero por motivos que no recuerdo aunque seguro que fueron injustos, enfurecí al olímpico Zeus que me condenó a sus reino del Hades, reemplazando a su gobernante Plutón. Decidí hacerme llamar Satán y hasta tuve un hijo, pero sobre todo me obsesioné con la diosa Afrodita, que por aquel entonces se hacía llamar Venus. No entraré en detalles de aquella época, porque no me fue especialmente bien y está más que olvidada. El caso es que en un indeterminado momento, apareció mi bruto hermano a las órdenes de mi padre y me aprisionaron mágicamente dentro de un árbol hasta que alguien derramase una lágrima por mí.
Bueno, con un poquito de esto de aquello y de mi imbatible fuerza de voluntad, conseguí que una hoja cayera en el ojo del vigilante Heimdall, haciendo que llorase, lo que técnicamente cumplía los requisitos. La próxima vez llama a un abogado para que concrete bien los términos de la condena, padre, jajaja.
Lo primero que hice con mi libertad, evidentemente, fue acudir a Midgard, el reino que los humanos llamáis Tierra, para vengarme de mi medio hermano. Descubrí que cuando permanecía un tiempo separado del Mjolnir, se transformaba en un débil doctor humano llamado Donald Blake. Mediante un plan magistral, hipnoticé a su novieta, Jane Foster, para que acudiera a una batalla entre él y yo y se pusiera deliberadamente en peligro, distrayendo a Thor, de modo que conseguí atrapar su martillo mediante un campo de fuerza mágico, dejándole en su forma humana. Sin embargo, más adelante consiguió engañarme para que retirase el campo de fuerza y me derrotó, enviándome de nuevo a mi prisión en Asgard.
Siguió una temporada en la que Odín me encadenaba a una roca, que ya empezaba a tener la forma de mis posaderas, y yo me escapaba, para volver a ser capturado y encadenado otra vez. Como es más bien aburrido y poco glorioso, voy a pasar directamente al mayor de mis logros, la creación del mayor grupo de superhéroes, de vuestra Tierra, los Vengadores. Lo que hice fue utilizar a esa máquina de arrasar ciudades que llamáis Hulk como parte de un plan contra Thor. Eso llevó a que una serie de héroes entre los que se encontraba mi hermano se juntaran contra la amenaza y posteriormente fundaran el famoso equipo que tantas veces ha salvado vuestro mundo desde entonces. Todo parte de mi plan, pero a mi nadie me agradece nada.
Con mi justa indignación por semejante afrenta, decidí seguir incordiando a mi medio hermano con una serie de peones como el Hombre de lava, la Encantadora, Zarrko el Hombre del Mañana o ese criminal de poca monta llamado Carl Aplastador Creel, al que di poderes y se convirtió en el supervillano conocido como Hombre Absorbente. Incluso hubo una vez que ayude a los inútiles asgardianos a defender su ciudad frente a la amenaza del gran demonio de fuego Surtur, porque no podía permitir que destruyera el trono que acabaría por ser mío.
Por supuesto siempre estuvo el asuntillo de la profecía que decía que yo lideraría a los enemigos de Asgard para destruir el reino durante el Ragnarok, pero en realidad descubrimos que eran todo manipulaciones de “Aquellos que se sientan por encima en la Sombra”, para que luego me acusen a mi de rimbombante. Ya había habido más Ragnaroks y después de cada uno ellos nos traían de vuelta para repetir el ciclo. Pero esta vez, cuando todo había sido consumido en la destrucción, mi hermano hizo lo inesperado y rompió el ciclo, llevando también a los manipuladores al olvido. Sólo él sobrevivió y quedó sumido en un profundo sueño del que despertaría mucho después.
La cuestión es que por algún motivo nos habíamos reencarnado, por así decirlo, en humanos y Thor empezó a traernos de vuelta. Con un poquito de manipulación aquí y allá empecé a mover mis planes y regresé con forma de mujer. El idiota de mi hermano no se dio cuenta de que había robado el cuerpo de la dama Sif, jejeje. Hasta logré convencerlo de que ahora que ya no estaba dominado por la profecía del Ragnarok no tenía más malas intenciones. También me gané la confianza del otro tonto, Balder, recordándole que él también era hijo de Odín. Todo empezaba a encajar.
Como me podría llegar a ser útil en algún momento, me uní a la cábala que estaba organizando Norman Osborn después de su ascenso al poder gracias a lo bien que quedó acabando con la líder de la invasión skrull. Mi gran plan, sin embargo, era cosa mía.
Primero viajé al pasado para hablar con mi yo niño y darle las indicaciones para conseguir que Odín le adoptase. Además, convertí a Bor, el padre de Odín en nieve y me disfracé como su fantasma para conseguir que hiciera lo que yo quería. De regreso al presente, resucité a Bor en medio de Nueva York, pero con un hechizo para que pensara que todos eran sus enemigos. Mi medio hermano, que se había convertido en rey de Asgard, acudió y se enfrentó a su furibundo abuelo, al que no había visto nunca y no pudo reconocer. Preocupado por el bienestar de mis compatriotas asgardianos, acudí a Balder para contarle la identidad de Bor y prevenirle de la desgracia que estaba a punto de suceder. Viajamos raudos como el viento al escenario de la batalla, pero no llegamos a tiempo antes de que Thor se viera obligado a acabar con su ancestro. Con gran pesar tuve que recordar a Balder que según la ley el trono pertenecía en realidad a Bor y que Thor había cometido regicidio, cuya condena era el exilio. Y de postre, convencí al nuevo rey de la Ciudad Dorada, Balder, de que aceptara la invitación de mi aliado, el Doctor Muerte, señor de Latveria, de trasladar a los asgardianos a su reino. Si es que cuanto más grandes más idiotas, jajajaja.
Sigamos. Debo aclarar que el cuerpo en el que me encontraba en realidad era el que estaba destinado a la Dama Sif, pero con unos toquecitos de magia había desviado su espíritu para que habitara en el de una anciana moribunda hospitalizada. Hasta tuve el detalle de entregarle un espejo encantado que la mostraba su verdadera forma, que sólo ella podía ver. Le conte la verdad a mi hermano, que cuando él nos había restaurado, al ser la anfitriona de Sif tan débil, no había podido completar el proceso y había quedado atrapada en su cuerpo. Si ahora hiciéramos el cambio no sobreviviría. Aun así, poco antes de que fuera a morir, mi hermano consiguió salvarla y traerla al cuerpo que tanto me estaba gustando.
Hora de ejecutar mi plan maestro. Utilicé mi influencia sobre el payaso psicópata de Osborn para convencerle de atacar con todas las fuerzas a su disposición Asgard, que estaba situada flotando cerca de un pueblecito de Oklahoma. Algo con lo que no contábamos ninguno era el absoluto poder destructivo del lado oscuro del poderoso superhéroe conocido como El Vigía al que entre Osborn y yo habíamos llevado al borde de la locura. El Vacío empezó a destruir todo a su alrededor, haciendo que la misma Asgard cayera de los cielos. Me dirigí a Thor y con unas últimas palabras, “lo siento hermano”, me enfrenté al Vacío y fallecí.
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No! Aun no! Me llamo Loki Laufeyson, soy el dios de las travesuras y esta es mi historia. Antes de morir, el Loki anterior había convencido a Hela de que sacara su nombre del Libro de Hel, de modo que se reencarnaría en vez de morir. Así aparecí como un chaval de unos doce años en medio de París, sin poderes ni recuerdos de quién era, pero con terribles pesadillas sobre algo que había hecho. Así es como me encontró mi hermano, que consiguió convencerme de quién era y me llevó con él a Asgard.
No puede decirse que tuviera un gran recibimiento. Todos me odiaban por lo que había hecho mi yo anterior, aunque no tuviera nada que ver con lo que era en ese momento. Sólo mi hermano me aceptó y me protegió. No me fue mucho mejor cuando hui y me encontré con Iron Man, que también quiso hacerme daño. Finalmente, Thor me llevo de regreso a Asgard y poco a poco me fueron dejando algo en paz, aunque no conseguí que confiaran en mí.
Después de resolver un acertijo, acabé en una cámara secreta donde el espíritu de mi yo antiguo me explicó que todo había sido parte de su plan para renacer y cambiar. Pero yo no estaba dispuesto a aceptar las maquinaciones de alguien tan malvado. Le exigí que volviera a su forma de urraca y pasé a llamarle Ikol, mi opuesto en todo y mi esbirro.
No tardó mucho en presentarse la oportunidad de demostrar mis intenciones cuando el olvidado hermano de mi padre adoptivo, Cul, la Serpiente, escapo de su prisión eterna y llevo la destrucción a la Tierra. Como nadie confiaba en mí, tuve que recurrir a mis antiguos aliados, Hela y Mefisto, para ayudar en la derrota de Cul. Visité el Limbo, donde se encontraba encerrado el gran demonio de fuego Surtur, y le ofrecí la libertad a cambio de un fragmento de la sombra de su legendaria espada del Ocaso. Con eso, regresé a Asgard y convencí a uno de los amigos de mi hermano, el gran Volstagg, de que robáramos la armadura del Destructor para que pudiera pilotarla. Junto a él, Ikol y Leah, la joven doncella de Hela que había asignado para que me ayudara, nos infiltramos en la fortaleza de La Serpiente y usando la sombra de la espada, una pluma, escribí en un libro místico para cambiar el pasado de Cul, otorgándole un momento feliz con Leah en su juventud, lo que se convirtió en un momento de debilidad en el enfrentamiento con Thor, permitiendo que este lo derrotara, aunque a continuación falleció como estaba predestinado. No fui capaz de cambiar esa parte.
Pero más allá de la destrucción que había causado, el ataque de La Serpiente tendría consecuencias. Él era el mismo miedo encarnado y las semanas siguientes empezó a morir gente durante el sueño, sufriendo pesadillas. Yo mismo me vi afectado por sueños terribles hasta que el místico Daimon Hellstrom nos encontró a Leah y a mí siguiendo el rastro de la energía oscura. Tras convencerle de que nosotros no éramos los responsables de lo que estaba sucediendo, utilizó un hechizo para introducirse en mis sueños y descubrimos que el responsable era el villano Pesadilla, señor del reino de las pesadillas, una parte del reino de los sueños, y que estaba construyendo una corona con toda la energía residual que había quedado tras el ataque de Cul, para así convertirse en el más poderoso de los señores del miedo.
De regreso al mundo de la vigilia, junto con Daimon fuimos buscando a los soñadores para extraerles la energía y evitar su muerte. Pero era demasiado difícil y poco eficaz, y como me recordó Ikol, yo era un tramposo y ese modo de hacer las cosas no era mi fuerte. Los tramposos engañan. Y así, se me ocurrió un plan. Pedí a Leah que extrajera la energía del miedo de mi y se la entregué a Pesadilla a cambio de que dejara al resto de los soñadores en paz. Dada mi naturaleza, la energía que había acumulado yo era mucho más poderosa que la de un humano, lo que le daría a Pesadilla el poder suficiente para gobernar. Y así habría sido si no me hubiera asegurado antes de que el resto de señores del miedo supieran de sus planes y se enfrentaran a él por la posesión de la corona. Esto sumió a todos en un delicado equilibrio en el que ninguno de ellos podía hacerse con el poder sin que le contrarrestara el resto. A mis amigos no les hizo mucha gracia mi solución, pero no pudieron negar que había conseguido solucionar la amenaza.
Tras la muerte de mi hermano, un impostor llamado Thanarus había aparecido y los recuerdos de todo el mundo habían sido reescritos como si él hubiera sido siempre el dios del Trueno. Pero yo sabía que algo andaba mal y aunque no sabía exactamente lo que sucedía, conseguí la ayuda de Estela Plateada y juntos descubrimos que todo había sido un plan de la mayor hechicera de Asgard, la reina de las Nornas, Karnilla, que había utilizado un hechizo para alterar la mente de todos. Cuando por fin logró regresar mi hermano, el hechizo de rompió y todo volvió a la normalidad.
Poco después tuve que vérmelas con otro hechizo de ese tipo. Después de que las disir, las valkirias caníbales, escaparan de su servicio de Mefisto, una situación bastante enredada acabó con el olvidado Sigurd lanzando un hechizo para protegerse, que nos convirtió a todos en habitantes normales de un típico pueblecito estadounidense. Para no alargar mucho las cosas, todo se resolvió cuando descubrimos que lo que se decía de las disir era una mentira y la maldición que pesaba sobre ellas era la venganza de Bor, el padre de Odín, porque habían estado con otros hombres. Con un poco de ingenio conseguí poner al viejo en una situación en la que se vio obligado a levantar la maldición sobre sus antiguas guerreras, lo que me ganó la gratitud de ellas y la enemistad de Mefisto, por haber perdido sus preciados juguetes.
No he dicho que en la mayoría de estos asuntos acabé metido por las instrucciones de las Madres de todos, el consejo de diosas que dirigía Nueva Asgard en aquella época y que me consideraban una especie de agente secreto. Al siguiente lugar que me enviaron, junto a mi inseparable Leah, como emisario diplomático, fue a la mítica Avalon, en Otromundo, donde las hadas y otros seres mágicos de aquella tierra se estaban enfrentando a algo que amenazaba con consumirlos. Unas grandes cuidades andantes, que se hacían llamar los dioses de Manchester, estaban conquistando todo el reino y convirtiendo a sus gentes en esclavos. Tras contemplar una terrible batalla entre ambos bandos, decidí que debía de haber algún modo de detener el conflicto de un modo menos violento.
Con información de mi antiguo aliado Daimon Hellstrom, averigüé cuáles eran los centro de poder de los nuevos dioses y saboteamos uno, para poder negociar con ellos con ventaja. Sin embargo, tras hablar con su líder, el Maestro Wilson, me di cuenta de que en realidad estaba en el bando equivocado y que ellos suponían el progreso y un modo mucho más iluminado de hacer las cosas, más allá de rituales oscuros de la antigüedad. Decidí darle la vuelta a la información y saboteamos los lugares de poder de los antiguos dioses que, debilitados, se vieron obligados a bajar las armas y negociar el fin de la guerra. Cuando le conté a Daimon lo que había hecho con su información se enfureció, pero me preguntó por qué se lo estaba contando. Y le conté la verdad, que aunque le había ocultado planes mientras luchábamos contra Pesadilla, estaba intentando hacer las cosas de otra manera, porque no dejaba de ser Loki, pero quería ser distinto de aquel que fui.
Pero para conseguir esto había tenido que recurrir a Hela y el precio que me había pedido era beber del santo grial, para recuperar su mano cortada por las disir. Cuando logré que lo hiciera, contemplé como desaparecía mi amiga Leah, que realmente estaba hecha a partir de esa parte que le faltaba a Hela. Hacer lo correcto a veces duele.
Poco después empezaron los incendios. Un fuego en Broxton, el pueblecito de Oklahoma cerca de Nueva Asgard, que ni mi hermano pudo apagar. Y luego hasta el mismísimo Yggdrasil comenzaría a arder. Al mismo tiempo, comenzó una guerra civil entre los aesires, el pueblo de Odín, y los vanires, el de Freya, cuando su hermana se alzó en rebelión, utilizando tecnología de los dioses de Manchester. Tras contar a mi hermano todo lo que había hecho desde mi regreso, este se enfureció, pero cuando comprendió que sólo había estaba intentado ayudar, me perdonó y me abrazó. Seguimos investigando y descubrimos que los dioses de Manchester habían estado utilizando el fuego del gran demonio Surtur como fuente de energía. Aquel al que yo había liberado para salvar a todos de la destrucción a manos de La Serpiente.
Mientras tanto, en Asgard descubrieron los informes de las misiones a las que las Madres de Todos me habían estado enviando y las acusaron de traición. Las encarcelaron y yo conseguí escapar a duras penas gracias a mi hermano. Viajé a Muspelheim, el reino de fuego, a intentar derrotar a Surtur, y entonces descubrí quién era su ayudante. La Leah que había escrito en el pasado de la Serpiente para que fuera su debilidad. Con aquella acción había hecho que pasara a existir y desde entonces había estado vagando, olvidada por todos y ansiosa de venganza. Ante una situación imposible, hice lo único que podía, convencí a Ikol, Leah y Surtur de que en realidad todo estaba saliendo según mis planes. Odiaba a los asgardianos por cómo me habían tratado y en especial a Thor por abandonarme. Y demostré lo que decía engañando a mi hermano para que viniera al reino de fuego y cayera a un pozo de lava lleno de demonios. Es curioso lo fácil que me resultó convencer a todo el mundo de que era malvado, tras meses de hacer buenas acciones sin conseguir que otros creyeran que era bueno.
Seguí ayudando a Surtur para ganarme su confianza, pero entonces jugué mis verdaderas cartas. Robé la sombra de la espada del demonio y convencí a mi hermano para que se rindiera y se dejara morir. Con la sombra volví a reescribir el pasado, añadiendo la parte que faltaba a la historia de Leah, para que tuviera la oportunidad de decidir sobre su destino. Ella entonces cambió de bando y me ayudó contra Surtur. Pero no fue hasta la aparición de mi hermano, liderando una hueste de guerreros de Hel, que conseguimos la victoria. Yo le había pedido que falleciera para que así viajara al reino de los muertos y Hela pudiera devolverle la vida y enviarle a la batalla junto a sus guerreros. Por fin me había ganado la confianza y el reconocimiento de todos por mis actos y podría caminar orgulloso por Asgard.
Y entonces llego el final. Un malherido Daimon me dijo que Mefisto se había hecho con la Corona del Miedo y con su poder amenazaba con convertirse en el señor de todos los infiernos, lo que le haría imparable. En ese momento también descubrí que nadie más que yo veía a Ikol, mi urraca y empecé a entender lo que estaba sucediendo. En la cámara secreta, el espíritu de mi antiguo yo me reveló su verdadero plan. El quería cambiar y para eso me había creado, libre de toda la carga de su pasado, de modo que me ganara la confianza de todos y ahora llegaba el momento de ocupar mi lugar. Era él el que había guiado mi mano para crear la corona del miedo y quién le había dado la información de cómo conseguirla a Mefisto. Esa corona obtenía el poder de la energía del miedo que había salido de mí, y el único modo de evitar la destrucción era que yo desapareciera por completo, todos mis pensamientos como si nunca hubieran existido, para que la corona perdiera su poder.
No tenía salida, no había tiempo para ningún plan salvador esta vez. Pedí a Ikol que me dejara tener tres conversaciones a cambio de no revelar nada. Primero acudí a las disir, para que me devorasen y así negar la victoria a mi antiguo yo, pero con su maldición levantada, ya no hacían eso. Mi segunda conversación fue con Hela, a la que pedí que enviara a Leah al pasado, para que estuviera a salvo de lo que pudiera venir. De este modo se reveló por qué se decía que yo era el padre de Hela. Ella era la versión crecida de Leah, a la que yo había creado escribiendo en el libro. La última conversación fue con mi hermano, al que pedí que si me volvía malvado no dudara en matarme. El tonto se negó y dijo que nunca lo haría, que nunca dejaría de tener fe en mi y entre lágrimas me despedí de él.
Finalmente acudí a la cámara y me enfrenté a mi antiguo yo. Le dije que nunca ganaría, que era incapaz de cambiar. Que era yo, y no él, el que había conseguido todo, yo había ganado, ¡yo había ganado! Entonces devoré la urraca con el eco de mi pasado y desaparecí.
Hola, me llamo Loki Laufeyson, soy el dios de las historias y esta es la mía. Soy el eco de un Loki pasado, que antes de morir se escondió en la forma de varias urracas mientras una nueva versión joven allanaba el camino de mi regreso. Cuando el niño devoró mi ser, yo pasé a existir, libre de mi destino pasado, capaz de cambiar por fin y labrarme mi propio futuro más allá de aquel al que se me había condenado al nacer. El precio había sido terrible, eso sí, el sacrificio del niño, por necesario que fuera para mí, aun me pesa.
Manteniendo la forma del niño durante una temporada, me uní a los jóvenes vengadores, sobre todo preocupado porque uno de ellos, el hijo de la Bruja Escarlata llamado Wiccan, podría llegar a convertirse en el mayor hechicero de la existencia, el omnipotente Demiurgo. Demasiado poder para no ser controlado, así que manipulé a la parásita interdimensional llamada Madre para que le robara los poderes a Wiccan y quedarme yo con ellos. Cuando lo conseguí, abandoné al equipo a su suerte, pero abrumado por la culpabilidad decidí regresar y salvarles, devolviendo el poder.
Los siguientes meses los pasé entrenando a Wiccan para su próximo enfrentamiento con Madre. Con su magia me ayudó a crecer y pasé a tener un cuerpo más adulto, aunque seguía siendo joven. Conseguimos derrotar a Madre a pesar la intervención de una envejecida Leah, que deseaba vengarse de mi por lo que había hecho con el niño. En realidad, se traba de una manifestación de la culpa que sentía por todas mis manipulaciones y lo que había hecho para llegar donde estaba. Cuando lo acepté y lo confesé todo a mis compañeros, los seres a los que nos estábamos enfrentando desaparecieron y pudimos alzarnos con la victoria. Tras eso abandoné el equipo sin más explicaciones. La verdad es que si me quedaba con ellos podrían llegar a perdonarme por lo que había hecho y era algo que no podía permitir.
A partir de ese momento retomé el papel del niño y me convertí en un agente de Asgard, al servicio de las Madres de Todos, que me enviaron a perseguir a unos cuantos asgardianos fugados a cambio de compensar los pecados de mi pasado. Pero más tarde descubrí que me habían estado engañando y que estaban siendo ayudadas por una versión antigua y malvada de mí, de otra realidad. Querían atarme por mi destino y que no cambiara nada, así que dejé de trabajar para ellas y me fui por mi cuenta.
Después de la crisis con Onslaught rojo y el hechizo que invirtió las intenciones de todos los que estábamos cerca, convirtiendo a héroes en villanos y viceversa, las cosas volvieron a la normalidad y seguí con mi nueva vida. Me encontré de repente incapaz de decir ninguna mentira, por pequeña que fuera y eso acabó conmigo contando todo lo que había sucedido con mi versión niña a Thor y otros asgardianos. No les sentó precisamente bien y tras una brutal paliza de mi hermano fui exiliado a la Tierra, donde tendría que demostrar mi valía si de verdad quería pagar por lo que había hecho.
De vuelta a mi apartamento me encontré con una versión maligna y mucho más anciana de mí mismo, el Rey Loki, que me atrapó y me envío a la cámara secreta donde había nacido como era ahora. Se me concedieron dos únicas opciones, el Loki más antiguo me propuso aceptar mi naturaleza como un villano y e Loki niño que me destruyera a mí mismo para evitar convertirme en eso. Pero escogí una tercera opción, creada por mí, puesto que una mentira no es más que una historia, una que puedo reescribir como desee. Así es como engañé al Rey Loki y me convertí en el dios de las historias.
Poco tiempo después llegaría una época de mucha agitación. El Rey Loki reunió a los enemigos de Asgard para un asalto, pero conseguí derrotarlo con ayuda de refuerzos invocados por el mítico cuerno Gjallarhorn. Aunque fui aclamado como un héroe, ya había llegado a un punto en el que no me importaba la opinión de mis compatriotas y me mantuve apartado hasta el momento en el que la incursión final provocó la destrucción de toda la existencia. Con mis poderes salvé la esencia de todos los que pude, aliados y enemigos, y los llevé más allá del Multiverso, donde nos encontramos con nuestros antiguos señores, Aquellos que se sientan por encima en la Sombra. Me exigieron que les entregara la esencia de los dioses, su alimento, pero les hice retroceder cuando les convencí de que si los asgardianos habían sido definidos por las historias que contaban de nosotros, tal vez ellos no eran más que las historias que nosotros contábamos. Y esa era mi fuente de poder.
Cuando huyeron me encontré al Rey Loki también allí, más allá de todo. Le demostré que él me había ayudado a que romper el camino que había sido escogido para mí, y gracias a eso me había dejado de ser el dios de las mentiras para convertirme en el de las historias. Reconciliados, transfería su esencia a mi cetro y partimos de aquel lugar.
Tras múltiples aventuras en el sexto cosmos, regresé al recién creado octavo, justo a tiempo de participar en la guerra de los reinos que estaba preparando el elfo oscuro, Malekith el Maldito. Me infiltré en su concilio oscuro, a las órdenes de mi madre adoptiva, como agente doble. Tras ayudar a la nueva Thor a escapar de la ira de Odín, fui llevado en cadenas a Asgard, donde acabé envenenando a Freya con una daga, antes de huir. En realidad lo que había sucedido es que había averiguado que planeaban asesinarla y siendo incapaz de impedirlo, me adelanté para que al menos tuviera una posibilidad de sobrevivir. La gente tiende a olvidar que ella era la única madre que había conocido.
Tras un asuntillo en el que estuve a punto de convertirme en presidente de los Estados Unidos, aunque en realidad sólo era una estratagema para ayudar a otro de los candidatos, me embarqué en la búsqueda de las gemas del infinito, sin mucho éxito en aquel momento. Pasaría el tiempo hasta que volviera a mezclarme con esos poderosos artefactos, y mientras tanto, a sabiendas de las amenazas que se acercaban a la Tierra, le arrebaté el puesto como Hechicero Supremo a Stephen Extraño, que no estaba capacitado para hacerles frente.
La Magia del humano estaba en horas bajas tras el ataque del Empirikul, pero mi magia provenía de otro lugar y no me había debilitado como los hechiceros de la Tierra. Gracias a eso pude restaurar algunas de las salvaguardas mágicas de su Sancta Sanctorum y reparar la capa de levitación que había sido destrozada por el Imperator. Mi objetivo era realizar un hechizo que traería la magia de vuelta a la Tierra, pero sospechando de mí, Extraño y sus aliados se me opusieron. Aunque conseguí mi objetivo, durante la batalla el perro parlante de Extraño falleció, lo que no formaba parte de mi plan. Tras devolver al Doctor su puesto como hechicero supremo, utilicé mi magia para traer de vuelta al perro como un fantasma, aunque nada de lo que había sucedido le sentó bien a Extraño, que me expulsó de forma poco ceremoniosa.
Volviendo a las gemas del infinito, me vi envuelto en lo que se llamarían las guerras del infinito, donde una enloquecida Gamora había asesinado a su padre el Titán Loco y se había hecho con el control de todas. Gamora me desterró a la realidad retorcida que había creado fusionando una mitad de los seres del universo con la otra mitad. Allí reuní un grupo de héroes para enfrentarnos a Gamora y acabar con aquella locura. Tras derrotarla, me hice con las gemas y logré el conocimiento que deseaba, con lo que se las entregué a los Vengadores Cósmicos para que pudieran restaurar el universo.
En la etapa final de la guerra de los reinos, por fin me pude revelar como era y traicioné al concilio oscuro de Malekith, enfrentándome a mi padre Laufey, para salvar a Freya. A cambio de esta traición, mi padre me devoró. Pero esa fue una comida bastante indigesta, puesto que me abrí paso desde sus intestinos hacia el exterior con mi espada. Emergí de su cadáver a tiempo de ver el final de la guerra, con mi hermano convertido en el nuevo padre de todos, señor de Asgard. En reconocimiento por mis actos, yo heredé el reino que me correspondía por nacimiento, Jotunheim, pero no tardaría en aburrirme del cargo y salir a buscar otras historias.
Cómics recomendados
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Modernos
Marvel Omnibus. Loki: Agente de Asgard. Con toda la colección en la que Loki acabó convirtiéndose en el Dios de las Historias. La versión de Loki que más reconocerán los fans de UCM. Joven, descarado enfrentado al destino que otros quieren para él. Muy recomendable y además ahora recogida en un único tomo.
Para todos los tiempos
Marvel Omnibus. Loki: Viaje al Misterio. No podía ser de otra manera. El tomo más recomendado por la Mano de Thanos y escogido por la inmensa mayoría de los que han conseguido un sorteo. En este tomo se encuentra la etapa completa de Loki como niño. Un cómic con el que Kieron Gillen nos sorprendió a todos, convirtiendo a Loki en uno de los personajes más carismáticos del universo Marvel. Una historia que bebe del Sandman de Neil Gaiman y que no puede faltar en la biblioteca de ningún aficionado a los cómics.